Carta pública de Moira Millán a Boaventura Sousa Santos.
10 de Junio del 2023, desde Puelwillimapu, Patagonia.
Debido a que sigo recibiendo sus ataques y no demuestra arrepentimiento por sus despreciables actos, expreso aquí mi lectura de los documentos que usted ha hecho circular.
Respecto a los mails, el primero demuestra en principio la confianza que yo tenía depositada en usted hasta el momento de mi llegada a Coimbra.
– El Mail de mi agradecimiento, no fue enviado a usted sino a un muy querido amigo en Francia, para entonces mi correo electrónico ya había sido intervenido.
La presentación de facturas y boletas de gastos, bien podrían ser de cualquier restaurante de Portugal con cualquier otra persona. No es aval de nada.
Sobre el mail en el que supuestamente le pido apoyo económico, afortunadamente nunca se me ocurrió pedirle su ayuda, este mail expone que además de abusador, racista, machista es tacaño, ya que usted ha sido beneficiario de importantes sumas de dinero para investigar nuestras luchas y los mecanismos de colonización y opresión que aún padecemos. Hasta la presentación de este mail yo desconocía que usted estuvo al tanto de mi situación vulnerable y difícil, y que a pesar de las dificultades y persecución que padecí, nada me detuvo para organizarme junto a otras mujeres indígenas para luchar. Por suerte éstos mails sí fueron enviados a amigas y amigos verdaderamente solidarios que sí respondieron y me apoyaron, caminando el sendero de los sueños colectivos y teluricos que decidí emprender. Sin embargo a pesar de que jamás se lo envié, usted lo recibió demostrando indolencia, ésto no me sorprende ya que usted es parte del extractivismo académico, piratería intelectual que opaca a la ciencia sociales, usándonos como conejillos de india para sus investigaciones que le otorgan privilegios y poder. Fue incapaz de plantearse la reciprocidad para con los pueblos y activistas, quienes estamos llevando adelante la lucha contra la colonialidad y la opresión.
Que usted haya mostrado los mails que supuestamente ha recibido, los cuales yo nunca le envié, y lo muestre como prueba de que sus delitos de abuso que estoy denunciando no son verdaderos, responde a mecanismos patriarcales que hasta hace poco gozaban de impunidad.
Millones de mujeres oprimidas, violentadas, violadas dependen económicamente de sus verdugos. Ellas no cuentan con las herramientas para cortar las cadenas y liberarse del grillo esclavista del abusador. Estas mujeres muchas veces se alimentan, se cobijan y de visten bajo el yugo de estos seres despreciables. Si un tribunal juzgara a sus verdugos ¿podrían éstos mostrar que solventar económicamente a sus víctimas los vuelve inocentes? Su intención mostrando éste mail como prueba es parte del perverso mecanismo de sujeción y esclavitud.
Otro tema que me intriga, es que usted asegura que nunca me llevó a su casa. Ésta declaración abre interrogantes estratégicos para dimensionar la maldad de sus actos. ¿Si aquel departamento, en aquel edificio situado frente al restaurante al cual me llevó, no era su casa, entonces a quién le pertenecía?, ¿era usado para llevar a sus victimas?, ¿era un inmueble adquirido con dinero público?, ¿era financiado por CES o la universidad de Coimbra? ¿Por qué niega que esa noche usted me mencionó claramente que el restaurante donde nos hayabámos había sido de su familia?. ¿Qué pretende ocultar con esa información?. ¿a qué le teme?
Finalmente usted nos acusa, a nosotras sus víctimas, de difamación, como si fuéramos unas locas que sin fundamento y sin razón casi de manera desquiciada arremeteríamos contra su imagen.
Sus dichos lo vuelven a colocar en la narrativa colonial y patriarcal. Como mujer mapuche conozco perfectamente el negacionismo como instrumento de la desmemoria, práctica histórica de los estados racistas e invasores. Si usted fuera una persona honorable jamás saldría de mí inventar hechos que no sucedieron.Es por ello que cuando usted me pide que me retracte, que mienta diciendo que es inocente y me doblegue ante sus amenazas; demuestra una profunda ignorancia de la escencia ancestral de mi pueblo y por lo tanto de mi persona.
Está carta la escribí para pedir a las hermanas africanas que han sido víctimas suyas que se animen hablar. Así mismo quiero abrazar a cada mujer de Portugal que viene sufriendo o ha sufrido situaciones como está con una legislación cruel y machista que plantea la prescripción de estos delitos dejando abiertas las heridas. ¡Esto tiene que cambiar!. Los delitos sexuales no pueden prescribir, y dependerá de todas nosotras que en toda partes del mundo evitemos que nos impongan la medida del tiempo patriarcal para seguir garantizando impunidad.
May ta niayiñ mvpiñ dungun weu!!
Desde Puelwillimapu por verdad y justicia, Moira Millán, weychafe Mapuche
¿QUÉ ABUSADOR SE HACE CARGO DE SU IMPUNIDAD?
No me asombra en absoluto que Boaventura Sousa Santos, salga a desmentir y acusar a sus víctimas como mentirosas, y difamadoras. Ahora me pide que me rectifique, y por supuesto NO lo haré. Él asegura ser víctima de una confabulación maliciosa de muchas mujeres, aclaro que no conozco a las denunciantes por ende no hay tal confabulación posible. Todo lo contrario. Callé la injusticia de la que fui víctima durante tanto tiempo, tiempo que él usó para continuar abusando, mi compromiso en la lucha contra los abusos y opresión, me compromete a aportar mi testimonio, mi verdad, para tratar de alcanzar justicia.
No me inquieta su actitud, por el contrario, es totalmente predecible, mi vasta experiencia en el acompañamiento a víctimas de situaciones de violencia, muestran una y otra vez el mismo modus operandi de los abusadores: negar y acusar.
Me hicieron saber que este señor está exponiendo unos mails, que he leído atentamente, y quiero expresar lo siguiente: los correos para coordinar mi visita a Coímbra son veraces, hay otro que corresponden a mi retorno del Foro Social Mundial, evento en el que lo conocí, que solicité no sólo a él sino una larga lista de personas apoyo para escribir, contactos que conocí en aquel evento, solo cambiaba los destinatarios y el tenor de los mails eran el mismo texto. Luego se produjo el viaje a Coímbra, él asegura que le envié un mail tras mi retorno a Argentina, eso jamás sucedió ya que ese mail fue hackeado. El texto que muestra uno de los mails, corresponde a un mail enviado dos años antes a un amigo mío en Francia, yo jamás le envié a él este mail. Cuando retorné y supe que mi cuenta había sido hackeada avisé sobre ésta situación a los contactos con los que deseaba continuar mi comunicación, por supuesto él no estaba en mi lista, corté toda comunicación con él, jamás intenté recuperar vínculo alguno con él, si hubiera enviado mails amables y cariñosos demostrando gratitud, en las múltiples oportunidades en la que confluimos en los mismos eventos, me hubiera acercado a saludarlo, tendríamos un trato amable, como tengo con muchos de sus colegas, por el contrario, quedé tan afectada por su abuso que lo he eludido siempre y creo que él también se preocupaba por no encontrarse conmigo porque sabía que lo iba a denunciar públicamente.
Las revelaciones de estos mails dan cuenta de que su invitación para que yo de una charla a sus estudiantes, se hizo sin ningún tipo de supervisión ni involucramiento de las autoridades académicas de la Universidad de Coímbra, habilitando la impunidad, sin esta irresponsabilidad institucional sus abusos podrían haber sido evitados. La soledad institucional que padecí fue indignante y sumamente dolorosa. Estoy decidida a formular la denuncia ante los estamentos de justicia de Coímbra, aunque sé que, como mujer indígena, activista, no siendo académica, la lucha por justicia será desigual, aún así, hay que intentarlo para que se terminen estos abusos. Hoy una periodista portuguesa me decía que era difícil de creer que mi cuenta de correo haya sido hackeada, me sonreí, porque desde hace años sufro las continuas intromisiones a mis cuentas de mails, redes sociales e inclusive línea telefónica, es una constante en mi vida el continúo hostigamiento que sufro desde el poder, el espionaje ilegal del cual soy víctima ha sido demostrado incluso legalmente. Sus supuestas pruebas son insolventes y patéticas.
Boaventura Sousa Santos sabe lo que me hizo, y hasta me rogó en ese momento que me callara. Por eso mismo no tengo apuro en aguardar el momento y las formas correctas para dar pruebas de lo que digo. En el mes de septiembre, junto a algunas organizaciones que me acompañarán, podré expresar más detalles relevantes. Por el momento lo único que observo es a un hombre abusador intentando negarlo todo, y colocándose como víctima.
Tengo múltiples amistades en la academia y todes elles pueden dar cuenta de un vínculo basado en el respeto y en reciprocidad con la que me manejo cotidianamente. No me anima otro motivo que no sea lograr justicia, ¿por qué tantas mujeres lo difamaríamos? ¿Qué ganaríamos con ello?
Estoy demasiada ocupada en la lucha permanente por la amplificación y reconocimiento de nuestros derechos, para ocuparme del ego de un hombre europeo, blanco, burgués y académico, estoy involucrada en temas de importancia primordial, así que no perderé un minuto más en responder a sus declaraciones mentirosas, diré esto y la próxima vez que hable será en los estamentos judiciales de Coímbra. Boaventura Sousa Santos sabe lo que hizo, tengo la paz, y la fortaleza para luchar por justicia.
Desde Puelwillimapu, Chubut, 24 de Abril del 2023.
Carta Pública contra la violencia sexual y de género en los entornos académicos ibero-americanos
En las últimas semanas, se han hecho públicas varias denuncias por distintas formas de violencia de género y sexual perpetradas por un renombrado académico portugués. Las víctimas de abuso hablan cuando y con quienes pueden, pero quienes somos interpeladxs por sus testimonios tenemos la obligación de escuchar y accionar inmediatamente, sin vacilaciones ni especulaciones.
En este contexto, nosotrxs afirmamos que:
- Las Ciencias Sociales han documentado y analizado las condiciones históricas de marginación y violencia contras las mujeres, y las propias mujeres indígenas han explicado cómo toda agresión contra sus cuerpos-territorios-tierras constituyen un flagrante hecho terrícida y contra la vida.
- Esas sostenidas desigualdades de género, de clase, étnicas y generacionales dan forma al funcionamiento de instituciones académicas en todo el continente, lo cual torna inconsistente hablar de decolonialidad, ecología de saberes, epistemologías del Sur si ello no se predica con prácticas justas en la administración de los recursos, el desarrollo justo de las carreras académicas y las políticas salariales, y si no abjura del extractivismo intelectual y la violencia epistémica.
Por eso, sepan Moira, Lieselotte, Catarina, Miye, Bella y demás compañeras que las escuchamos, poniendo nuestras cuerpas al lado de ustedes. Y por eso hacemos un llamamiento:
- Al denunciado, para que se disponga a una mediación a través de un organismo independiente para que se examinen los hechos y eventualmente los términos justos de la reparación de los daños sufridos por las compañeras agredidas.
- A todas las organizaciones académicas y sociales, para que se posicionen en coherente apoyo a los derechos de las mujeres en general, y más aún en casos de violencia a través del acoso y abuso sexual.
- A las instituciones académicas en las Ciencias Sociales y Humanidades, especialmente a la Universidad de Coimbra, a fin de implementar o revisar sus mecanismos y protocolos para establecer rutas de denuncia y procesamiento por acoso, agresión, violencia o violación sexual en sus grupos de trabajo, secciones, proyectos de investigaciones, becas, seminarios y cursos.
- A los órganos académicos asociativos supranacionales de esas instituciones, como CLACSO, para que impulsen políticas internas de prevencion, debate, denuncia de las violencias de género, abuso y acoso sexual así como violencia epistemica.
Llamamos a la defensa al derecho a la verdad, la justa reparación y la no repetición sobre los hechos denunciados por las compañeras, con una acción decidida de las instancias académicas involucradas. También al seguimiento crítico de los procedimientos legales que respeten la debida defensa del denunciado, sin atentar contra la integridad de las compañeras denunciantes.
Firmantes iniciales:
Claudia Briones, Argentina.
Xochitl Leyva Solano, Chiapas, México.
David Solís Aguilar, Guatemala-Costa Rica
Arturo Escobar, Colombia/EE.UU
Rosalba Icaza, Países Bajos/México
Axel Köhler, México/Alemania
Ana Ramos, Argentina
Maristella Svampa. Argentina
Eleonor Faur, Argentina
Vicky Murillo, EEUU/Argentina
Terceira carta do Coletivo de Vítimas sobre os recentes posicionamentos de Boaventura de Sousa Santos
Apresentamo-nos como um Coletivo de Mulheres que sofreu diferentes tipos de violência, resultante do padrão de abuso de poder naturalizado nas equipas de trabalho lideradas por Boaventura de Sousa Santos e percebido como inevitável pelas pessoas que ocuparam lugares de autoridade no CES durante muitos anos. Abaixo, juntamos a nossa carta inicial. Desde que começámos a partilha das nossas reflexões, o número de pessoas aumentou. Temos estado em contacto com outras mulheres, que viveram histórias parecidas com a nossa. As situações de abuso experienciadas não se limitam a momentos inconvenientes promovidos por um homem incapaz de entender que o mundo mudou. É muito difícil acreditar que um sociólogo profissional, internacionalmente considerado um dos maiores intelectuais de esquerda, não consiga entender as mudanças da sociedade e adaptar-se a elas. Mesmo com todas as condições e o poder que Boaventura teve sempre à disposição, mesmo que seus estudos tenham sempre chamado a atenção para o patriarcado como forma de opressão, Boaventura ignorou o que escreveu e não se adequou às exigências de um mundo menos opressivo. O seu comportamento com as equipas, colegas de trabalho, estudantes e orientandas não foi reflexo cultural dos tempos, mas uma escolha consciente.
As nossas experiências permitem-nos afirmar que as contradições evidentes entre a teoria de Boaventura de Sousa Santos e as relações de poder normalizadas na sua cultura de trabalho nunca puderam ser problematizadas, porque manter as hierarquias, com seus padrões de exploração e abuso, garantia-lhe vantagens evidentes de que não estava disposto a abdicar. Uma pessoa disposta a fazer uma autocrítica deve, desde logo, reconhecer que, em decorrência das relações desiguais que promoveu, consciente ou inconscientemente, recebeu vantagens. No nosso grupo, há mulheres que acumularam traumas no contexto da relação laboral com Boaventura de Sousa Santos, com sério impacto nas suas carreiras. O primeiro conjunto de perguntas que colocamos é: o Boaventura que agora faz uma autocrítica admite que, no seio da cultura de relações desiguais que promoveu, foi altamente privilegiado? Que privilégios reconhece? Que prejuízos e danos causou às mulheres com quem teve uma relação laboral ou de privilégio numa hierarquia académica? Uma autocrítica genérica não recompõe danos, nem supera desigualdades. É preciso assumir responsabilidades e fazê-lo de forma concreta.
O nosso Coletivo está focado em pressionar a constituição de uma comissão centrada na proteção das vítimas e não na defesa dos agressores. Esse é o nosso objetivo. Não queremos apelar ao cancelamento, nem o desejamos, queremos a apuração íntegra dos fatos, o respeito pelos direitos das vítimas e pelas suas histórias de dor e sofrimento. Queremos justiça! A necessária investigação dos casos tem que assegurar um espaço em que as vítimas possam testemunhar sem medo de retaliações. Sabemos que o poder está desigualmente distribuído e é por isso que muitas mulheres são silenciadas. É imprescindível que a Comissão seja instaurada e que a absoluta independência da Comissão em relação ao CES seja garantida. Desde a primeira carta que endereçámos ao CES, muito embora tenhamos obtido uma resposta célere e indicando preocupação em garantir os direitos das vítimas, nada se alterou. O que temos visto é Boaventura a usar o poder que tem para garantir tempo de antena e veicular à exaustão a sua versão dos factos, enquanto nós aguardamos e torcemos para que os procedimentos do CES sejam escorreitos e garantam que os nossos direitos serão respeitados e que seremos acolhidas num contexto seguro para apresentarmos as nossas histórias, juntamente com as evidências que estamos reunindo. É, por isso, preocupante que as notícias que chegam ao nosso conhecimento sobre a Comissão venham da comunicação social e nos gerem insegurança sobre como de facto irá funcionar. Em dado momento, há referência de que a Comissão será composta por um elemento do CES e duas pessoas externas. Em outro momento, há referência de que a Comissão será totalmente independente. O nosso segundo conjunto de perguntas é: Quando serão conhecidos do público os termos de funcionamento da Comissão (o seu mandato, garantia de autonomia e funcionamento independente, objetivos, regras éticas que está obrigada a cumprir, regras de sigilo que irá seguir, regras a serem seguidas pelo CES para seleção das pessoas)? O CES pretende apresentar um conjunto mínimo de compromissos públicos sobre a Comissão e seu funcionamento e algum cronograma que assegure uma seleção criteriosa de profissionais e garanta quando iniciarão e como serão conduzidos os trabalhos?
A resposta que Boaventura de Sousa Santos fez circular em reação às acusações da ativista indígena Mapuche Moira Millan não nos convenceu. Não deixa de ser surpreendente ver como Boaventura, um intelectual ativista de causas progressistas, entre elas o feminismo, seguiu à risca as estratégias de desmoralização das vítimas e o argumento da falta de denúncia quando as violências ocorreram no contexto de uma estrutura em que ele detinha um altíssimo poder hierárquico e alta influência sobre a carreira e o universo de trabalho ou ativismo das suas vítimas. Respondemos à carta no dia 27 de abril, ainda que tenha tido pouca visibilidade, sobretudo nos meios de comunicação social portugueses.
O último texto que Boaventura de Sousa Santos pôs em circulação, contrariando o próprio título, não é uma autocrítica. Aqui, mais uma vez, Boaventura segue a cartilha: fazer seguir às tentativas de desmoralização das vítimas, uma autocrítica absolutamente protocolar que, no fundo, é mais um documento para tentar convencer o público da alegada injustiça que sofre e que não é responsável pelos atos de que está acusado, apesar de existir um número cada vez maior de mulheres corroborando as informações. A título ilustrativo do padrão que Boaventura usa nas suas respostas, reproduzimos alguns trechos da declaração dada por Harvey Weinstein, em resposta às acusações de assédio sexual: I came of age in the 60’s and 70’s, when all the rules about behavior and workplaces were different. That was the culture then. I have since learned it’s not an excuse, in the office – or out of it. To anyone. I realized some time ago that I needed to be a better person and my interactions with the people I work with have changed. I appreciate the way I’ve behaved with colleagues in the past has caused a lot of pain, and I sincerely apologize for it.
Em vez de uma análise do seu próprio privilégio, Boaventura apresenta uma leitura superficial e genérica do panorama social que resulta das transformações que ocorreram nas sociedades modernas em resultado das lutas feministas e dos desafios que temos hoje. No seu discurso, argumenta que muito do que não é aceitável hoje, era aceitável na época da qual veio. Acontece que, como assume, os direitos humanos, nomeadamente os direitos das mulheres, foram centrais na sociologia que desenvolveu e nos compromissos que assumiu com os movimentos sociais. É difícil aceitar como desculpa a ignorância ou a falta de noção, depois de tanto livro escrito; tanta palestra, tanta aula, tanta oficina, tanto fórum sobre o heteropatriarcado. O texto acaba por provar como Boaventura vem aprendendo seletivamente, e de acordo com seus interesses, as lições das lutas sociais feministas e por direitos humanos. Não aprendeu, por exemplo, o que significa responsabilização. Uma autocrítica vazia de responsabilização é apenas mais um passo de quem tem poder para controlar a narrativa. O movimento de direitos humanos, há anos, mostra que responsabilização significa assumir concretamente os atos cometidos, reconhecer a violência dos mesmos e os danos causados e reparar as vítimas. O terceiro conjunto de perguntas é novamente dirigido a Boaventura: Os atos inapropriados, que atribui à cultura, e não a si mesmo, foram cometidos contra quem? Dizem respeito a que tipo de situações: assédio moral ou assédio sexual ou ambos? Que medidas Boaventura tomou ou pretende tomar para reparar as vítimas dos seus atos lesivos? Ou está a falar apenas de atos inapropriados inofensivos que não trouxeram danos ou sofrimento a ninguém? Se não trouxeram danos ou sofrimento, porquê a necessidade de fazer a autocrítica?
As respostas precisam de ser concretas. Temos as nossas histórias para exigir verdadeira responsabilização. Sabemos que o que sofremos não foram situações inofensivas de um professor que ficou parado no tempo e não se apercebeu que o mundo andou. Estamos a falar de um padrão sistemático de abusos que foi reproduzido com diferentes mulheres, em situações diversas. O último texto de Boaventura contradiz sua própria intenção, não avança um milímetro no reconhecimento das lutas feministas e dos direitos das mulheres, embora nele Boaventura se sinta surpreendentemente à vontade para ditar regras sobre como os procedimentos devem funcionar nos casos de assédio em que nunca foi vítima.
Sabemos que Boaventura conhece com profundidade como funcionam as relações de poder e as formas de dominação na sociedade. Compreende tão bem como funciona o patriarcado, que soube sempre colocá-lo ao seu serviço e de várias formas. Compreende tão bem a força das lutas sociais, que se valeu de mulheres dispostas a sacrificarem-se, porque denunciá-lo seria sempre aproveitado para detonar todas lutas que defendia publicamente e que são verdadeiramente importantes para nós.
Mesmo que a desculpa da ignorância pudesse ser aceitável, lamentar o desconforto que causou nas vítimas é, no mínimo, insuficiente e é, do nosso ponto de vista, ofensivo. Não queremos falar do desconforto com o qual aprendemos desde sempre a lidar, que cansa mas não nos derrota. Queremos falar de um padrão de abuso normalizado, que ficou demasiado evidente para o podermos ignorar. Queremos falar de traumas silenciados; de carreiras interrompidas, estagnadas ou altamente sacrificadas; de perseguições resultantes de uma distribuição arbitrária de poder que o servia. Não pode existir justiça sem verdade sobre o que aconteceu, não pode haver absolvição sem qualquer esforço de reparação dos danos.
Enquanto o CES não constituir a prometida comissão de investigação é Boaventura quem fica a ganhar, porque tem poder para controlar a narrativa. Enquanto ele prepara a sua comunicação de crise, sem reconhecer uma única falha concreta, as nossas carreiras e nossas vidas continuam abaladas, sem um fim à vista. A desigualdade continua a pesar sobre nós e as nossas cartas não são publicadas à mesma velocidade e no mesmo número de meios de comunicação social. Continuamos aqui a reviver os traumas e contamos apenas umas com as outras. A nossa cura ainda está por fazer.
Em 6 de junho de 2023.
NÃO É DIFAMAÇÃO, NEM É VINGANÇA. SEMPRE FOI ASSÉDIO: CARTA ABERTA AO CENTRO DE ESTUDOS SOCIAIS DA UNIVERSIDADE DE COIMBRA
Segunda Carta Aberta
DO COLETIVO DE MULHERES VÍTIMAS DE ASSÉDIOS, EM RESPOSTA AOS ARGUMENTOS APRESENTADOS POR BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS EM SUA DEFESA PÚBLICA
EXPOR A VULNERABILIDADE DE QUEM ACUSA NÃO CONSTITUI PROVA DE INOCÊNCIA.
Apresentamo-nos como um coletivo de mulheres que sofreu diferentes tipos de violência, resultante do padrão de abuso de poder naturalizado nas equipes de trabalho lideradas por Boaventura de Sousa Santos e percebido como inevitável pelas pessoas que ocuparam lugares de autoridade no CES durante muitos anos [anexamos a nossa Carta inicial].
O nosso coletivo está focado em pressionar a constituição de uma comissão centrada na proteção das vítimas e não na defesa dos agressores. A necessária investigação dos casos tem que assegurar um espaço em que as vítimas possam testemunhar sem medo de retaliações. Sabemos que o poder está desigualmente distribuído e é por isso que muitas mulheres são silenciadas.
A resposta que Boaventura de Sousa Santos fez circular em reação às acusações da ativista indígena Mapuche Moira Millan (a que a própria também já respondeu) vem ao encontro de parte das nossas preocupações. Esclarecemos, desde já, que não conhecemos e, até ao momento, nunca contatamos a ativista em questão. Levamos, no entanto, muito a sério a sua história.
Se toda a crítica tem direito a resposta e toda a acusação tem direito a defesa, é preciso romper com o pacto acadêmico de produção de verdade assente em hierarquias que atribuem ao lado mais forte o poder de definir o que é racional e o que é irracional, o que é provável e o que é improvável, o que é verdade e o que é mentira e quais são as perguntas que interessa fazer e sobretudo responder.
Na narrativa que assume como prova de inocência, Boaventura usa uma lógica de produção de verdade que reproduz problemas estruturais da academia: o professor catedrático escolhe a quem quer responder e ao que quer responder; define os termos do debate; desclassifica a vítima e assume que a sua palavra tem mais valor.
Na cartilha de defesa dos abusadores encontra-se o recurso a evidências da cordialidade ou até da simpatia das mulheres após os comportamentos abusivos traumáticos que relatam. Ainda que toda a troca de e-mails que alegadamente prova uma continuidade nas relações entre Moira Millá e Boaventura fosse verdadeira (o que Moira Millán desmente), isso não produz prova de inexistência de abuso.
É comum as mulheres sofrerem abuso e ainda se verem na obrigação de ser bem-educadas com o agressor. Todas sabemos, porque também fomos educadas a silenciar o que sentimos para evitar o desconforto geral, seja no jantar de Natal, seja na reunião de trabalho. Falhar essa regra, resulta em classificações bem conhecidas pelo patriarcado e pelas mulheres que o contestam: insubordinada, conflituosa, difícil, emocional, histérica, louca, desesperada, egoísta.
São tantas as razões possíveis para manter a cordialidade, que só podemos dar exemplos: abusadores são manipuladores e podem fazer passar por insensibilidade e falta de empatia aquilo que foi uma rejeição do abuso; a culpa que as mulheres historicamente carregam faz com que muitas vezes questionem o que disseram, o que vestiram, como se movimentaram antes de conseguirem chamar violência ao que viveram; o poder de difamação do abusador é exponencialmente superior ao poder da vítima para denunciar; abusadores podem ser líderes de projetos e causas que as vítimas veem como mais importante do que a sua condição individual de sofrimento.
No final da sua resposta, Boaventura Sousa Santos afirma “não posso aceitar que me façam acusações falsas como os factos bem demonstram”, mas os fatos apresentados por ele só podem ser entendidos como prova de inocência por quem não tenha qualquer ideia do que é sofrer assédio numa sociedade que soube sempre proteger melhor os agressores do que as vítimas.
“Gostaria de não ter que avançar por meios jurídicos para resolver esta questão” é o tipo de formulação que serve em tantas situações e tão bem reconhecemos: a ameaça em tom suave, condescendente e patriarcal. Moira sabe que se não desistir, a guerra vai ser dura e Boaventura espera que a ameaça seja suficiente. Habituou-se na vida a que assim fosse.
Para começar, Boaventura assume que as pichações que surgiram nas paredes de Coimbra com acusações de violência sexual se referiam à agressão sobre Moira. Todas sabemos que não é verdade. O caso mais conhecido era o abuso sexual exercido sobre a atual deputada brasileira Isabella Gonçalves, na altura uma jovem estudante de doutoramento no CES. Boaventura passa assim uma borracha sobre esse caso, como se nunca tivesse existido e não houvesse uma denúncia real.
Sabemos que existiu. Mas Boaventura está habituado a definir quais são as perguntas e os casos relevantes, assim como as interlocutoras válidas e as inválidas, porque é esse o poder que a academia atribuiu a um professor catedrático e é esse sistema de validação que tem que ser questionado.
Boaventura assume como prova de inexistência de assédio o fato de a sua casa não ter um sistema de segurança, como Moira afirma. Acontece que, em Portugal, é comum os prédios, que raramente têm porteiros, serem protegidos por uma porta comum de acesso aos moradores, que pode ser aberta por fora com recurso a um código ou uma chave. Para sair, nada disso é necessário, mas, para quem perceba alguma coisa de interculturalidade ou simplesmente já se tenha sentido insegura em lugares onde não conhece as regras, é fácil compreender como aquelas portas possam ser entendidas como sistema de segurança para quem vem de um lugar muito diferente.
Insistimos que todas estas acusações devem ser investigadas e sabemos que os acusados têm direito a defesa, mas essa não pode assentar nas mesmas regras que fizeram calar-nos tanto tempo. Os abusadores não podem escolher as perguntas a que respondem e não têm o direito de selecionar e (des)classificar as vítimas.
Boaventura mostrou, ao procurar defender-se, que conhece bem as regras que protegem o patriarcado e que sabe usá-las. Não nos convenceu. Enviamos daqui uma mensagem de solidariedade à Moira Millán: nós acreditamos, porque nós reconhecemos o padrão.
Por fim, recorda-se que o e-mail querocontarminhahistoriaem23@gmail.comsegue à disposição a todas que foram afetadas pelas práticas abusivas de Boaventura de Sousa Santos e precisam de um espaço seguro para partilhar suas histórias.
Do Brasil para Portugal, 27 de abril de 2023.
Primeira carta do Coletivo de Vítimas de Boaventura de Sousa Santos
Somos um Coletivo Internacional de Mulheres, hoje em diferentes lugares e posições, que têm, ou tiveram em algum momento, um vínculo com o Centro de Estudos Sociais da Universidade de Coimbra, exercendo funções dentro de equipas de investigação dirigidas por Boaventura de Sousa Santos. Nossas experiências dizem respeito ao período entre 2000 e 2019.
Somos Mulheres de áreas diversas, com perfis individuais distintos, que partilham uma experiência de trauma resultante de um padrão abusivo na relação de trabalho com Boaventura Sousa Santos ou pessoas com autoridade legitimada por ele.
As nossas histórias são diferentes, a forma como lidamos com a dor também. Encontramo-nos em diferentes momentos de cura. Algumas de nós já tinham trabalhado o trauma, outras estavam a fazê-lo, outras estão a começar a aceitar que a violência vivida tem um nome. Todas estivemos nos últimos dias remexendo camadas profundas de dor que estiveram silenciadas por muitos anos.
O abuso não é sempre fácil de identificar. Nos momentos em que partilhámos com outras pessoas as violências vividas, encontrámos uma reiterada normalização das más práticas ou a ideia da sua inevitabilidade em relações de hierarquia entre homens e mulheres. No caso em questão, entre um homem no mais alto patamar da carreira acadêmica e mulheres em diferentes níveis de precariedade e vulnerabilidade. Temos diferentes histórias e necessidades.
Temos vozes individuais, que foram silenciadas. Algumas de nós precisam de muito tempo para processar o que viveram. 1 Esta Carta Aberta está sendo encaminhada concomitantemente à Presidência do Conselho Científico, à Direção e Vice Direção do CES, à Diretora Executiva, à Comissão de Ética e à Provedoria. Também será distribuída à Imprensa Nacional e Internacional.
Partilhamos a urgência de quebrar o nosso silêncio e legitimar as vozes de quem teve a coragem de denunciar publicamente um padrão de violência que resulta dos processos de validação académicos patriarcais; a profunda convicção de que é necessário construir outra realidade, dentro e fora das universidades e centros de investigação, e que o CES tem condições para dar o exemplo, mas não pode seguir em frente sem reconhecer o passado de abusos, sem assegurar que a verdade é abordada de frente e sem dar garantias contundentes de não repetição.
Neste momento, estamos organizadas como um Coletivo de Vítimas. Entendemos que é preciso haver um espaço seguro que possa acolher pessoas que sofreram as violações e outras formas de violência que estão sendo denunciadas, ajudar num processo de cura coletivo e discutir estratégias que atendam às necessidades das mulheres, nas suas diferenças. Colocamo-nos à disposição de outras mulheres, como nós, afetadas por esses abusos sistemáticos e que necessitem de acolhimento e escuta sem julgamentos.
Queremos que nossas histórias, com as narrativas de violência que sofremos, sejam ouvidas. Os abusos que sofremos, para além do trauma, tiveram sérios impactos no desenvolvimento das nossas carreiras. Estamos, há anos, gerindo por conta própria os danos emocionais e materiais dessa relação laboral.
Com a nossa experiência vivida e o farto material probatório que estamos organizando, queremos oferecer evidências para que possa haver investigação séria, que resulte na devida responsabilização. Reunimos testemunhos e provas que corroboram as práticas descritas no artigo “As paredes falaram quando mais ninguém podia”, nomeadamente exemplos de extrativismo intelectual (apropriação do trabalho intelectual de assistentes de investigação, sem o devido reconhecimento de autoria e remuneração); assédio sexual, com retaliação e assédio moral em decorrência da negativa ao avanço sexual; e reprodução e manutenção de ambiente tóxico nas equipas de trabalho, por parte de Boaventura de Sousa Santos.
Temos, ainda, evidências de um padrão de discriminação de género, que desgasta emocionalmente e funciona como bloqueio continuado ao avanço na carreira e ao crescimento profissional de mulheres investigadoras. A sobrecarga das mulheres com tarefas administrativas, de gestão de projetos e gestão emocional; o desvio de função do trabalho de investigadoras que ficaram consumidas atendendo demandas extras excessivas, a depreciação do trabalho desenvolvido por mulheres e as dificuldades colocadas à criação de maior autonomia ou construção de parcerias independentes com outros/as investigadores/as foram práticas reiteradas, que compõem o amplo panorama de abusos sofridos pelas mulheres, e devem ser também investigadas.
Nossa organização em um Coletivo mostra que não são casos isolados e que não se trata de “vingança”. Entendemos que há um padrão sistemático de abusos que, ao longo dos anos, tem afetado desproporcionalmente as mulheres. É necessário que a investigação dos casos seja segura e garanta às vítimas sigilo e um espaço de escuta e acolhimento em que possam testemunhar sem medo de retaliações. Por essa razão, consideramos absolutamente necessário que a Comissão de Investigação do caso seja totalmente independente e imparcial em relação ao CES, que sejam criados mecanismos para recebimento de outras denúncias e materiais probatórios e que seja dada garantia absoluta de sigilo às mulheres que queiram denunciar ou juntar provas a esse processo.
Perguntamos: Se mais mulheres quiserem denunciar e contar suas histórias de abuso, como a investigação em curso pretende proceder? Qual o caminho para oferecer testemunhos e outras provas ao caso que está sendo investigado? Que garantias estão asseguradas para que as mulheres possam contar suas histórias em segurança?
Para começar um processo de mudança, é preciso mudar o padrão de tratamento desses casos, colocando a defesa, proteção e cuidado das vítimas no centro. Se conseguimos sobreviver a esses danos, que sirva para estimular mudança e que mais nenhuma mulher passe pelo que passamos.
17 de abril de 2023
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